Comentario
No basta con reducir a algunos autores eminentes el marchamo que dejó el fenómeno cubista en la escultura. Cabría referirse a las incursiones en este arte realizadas por pintores como Fernand Léger, o a escultores menores, como el checo Emil Filla (1882-1953), pero también a algunas realizaciones escultóricas de artistas no tan vinculados al fenómeno cubista. Consideramos que éste es el caso, por ejemplo, de H. Matisse (1869-1954), cuya obra de los años diez, y aún en momentos posteriores, fue receptiva a los ideales cubistas en lo que se refiere a las interpenetraciones de planos, sintetización formal y análisis del espacio.Su pintura en torno a 1916, con obras como Laurette y Bañistas en el río, así lo demuestra. Esto mismo afecta de forma singular a parte de su escultura: la quinta versión del busto Jeannette (1910) y especialmente el proceso de sintetización que se observa en la serie monumental Desnudos de espaldas, que le ocupó en un amplio período de tiempo. La primera ejecución de Espalda data de 1909; a ésta siguen las versiones de 1913, 1916-17 y la cuarta de 1929-30. En estas dos últimas aparece de forma muy marcada la preocupación por los problemas estructurales y el tratamiento sinóptico de la figura. Este proceso de paulatina sintetización de la masa del cuerpo, que lo aleja progresivamente de individualizaciones y de la atracción sensualista del primer modelado, se corresponde con la intención constructiva propia de los análisis formales del arte que ahonda en un aserto célebre de Cézanne: "Me gustaría, al igual que Poussin, impregnar de razón la hierba y de llanto el cielo".La obra del escultor noucentista Manolo (Manuel Martínez Hugué, 1876-1945) luce también un interés tácito por el cubismo, a cuyos artífices le unió la amistad. Se hace éste más patente en alguna de sus obras, como el relieve Torso de mujer de 1922. Incluso en obras anteriores, como Mujer acurrucada (1914). Debe tanto a Matisse y a la intencionalidad primitivista del cubismo, que esta circunstancia impide que se circunscriba su obra meramente a la poética del noucentisme catalán. Entre los españoles también podría hablarse de una recepción singular de los planteamientos constructivos de lo que se denominó escultura de planos en autores como Pablo Gargallo (1881-1934) y, por otro lado, Emiliano Barral (1896-1936). Sólo que la obra del catalán Julio González (1876-1942) es la que logra un aprovechamiento creativo que realmente rebasa con gran originalidad el horizonte de la escultura que le precedió. David Smith dijo justamente de él que era "el padre de la escultura en hierro de este siglo". Su influjo sobre el expresionismo abstracto, lo mismo que sobre la escultura racionalista ha sido, de hecho, extraordinario.